A que no me dejas de pensar.
A que no me dejas de extrañar.
A que no me dejas de evocar en tus noches solitarias
cuando tu cuerpo necesita caricias y tu alma compañia.
A que no me dejas de sentir.
A que no me dejas de adorar como la mujer casi santa
que te despertó a la vida y te hizo sentir emociones
que ni siquiera imaginabas que existían
y que te hicieron temblar de pasión.
A que no puedes desde el día en que me conociste
aunque sea un efímero segundo
mantener mi imagen fija en tu mente
y querer acariciarme de verdad
A que no puedes dejarme de amar.